martes, 28 de abril de 2020

Bruce Dickinson: Accident of Birth (1997)


Bruce Dickinson - Accident of Birth

Este hombre no deja de sorprenderme. Además de su grandioso trabajo con “la dama de hierro” y su alto nivel demostrado a lo largo de 10 discos con esta formación (sin contar los de la época con Blaze y los directos), su acreditación como piloto de vuelo para aviones de alta carga, los títulos conseguidos por su deporte favorito, la esgrima (en el que es un verdadero As), y la trayectoria en solitario ¿Qué más se puede pedir? Igualmente y para más Inri, nos deleita con el que, a mi parecer, es uno de los mejores discos de su carrera en solitario: Accident of Birth.

Este disco supone el cuarto de estudio en su andadura como cantante solista. Lo más probable es que todo el mundo encuentre grandes similitudes con su gran banda mentora, Iron Maiden. Pero en verdad que este disco de Bruce Dickinson supera, y con creces, a algunas de las obras de los británicos. No en vano, para este disco se rodeo de un elenco escogido entre la “crème de la crème” dentro del mundo musical: Adrian Smith, otrora compañero de andanzas con “la dama” y también del afamado productor y músico Roy Z, además de músicos de sesión de no poca calidad artística (con experiencias en grupos como The Tribe Of Gypsies).

Superados los devaneos con la música alternativa, el señor Dickinson se desmarca con un disco de factura muy “maidenesca” pero siempre conservando su impronta personal. Con esto me refiero a su característica voz de tono operístico y marcadamente melódica, que haciendo honor a la verdad, no ha perdido un ápice de su fuerza y solidez por más que pasen los años. Este disco destaca por muchas razones, y la más obvia es que este hombre atesora una calidad como músico excepcional; es el autor de todas las letras y las melodías que componen el LP (junto con el productor y guitarrista Roy Z). Además de todo esto, la obra en cuestión aúna el clasicismo de las bandas de heavy metal  junto con matices de modernidad que han quedado encajados a la perfección. Así, por ejemplo, en más de una canción podemos observar teclados con efectos de última hornada que, todo sea dicho, se ajustan con exactitud y aportan un resultado final fascinante.

Foto promocional de Accident of Birth en 1997

Dando paso al contenido, nos encontramos con el tema inicial “Freak”, cuya especial característica redunda en poseer un ritmo rápido y feroz. Comienza el disco con una fuerza que hace prever lo que vendrá después; temas con mucho poder, pero conservando la melodía y las buenas estructuras rítmicas. En este primer asalto, y más que en ninguno, se observan las raíces de su grupo abanderado (ya sabéis a quien me refiero), pero también es tratado con guitarras muy duras que se desmarcan en ciertos puntos.

Seguidamente nos sorprenden con una intro llamada “Toltec 7 Arrival” como segundo tema (con una duración escasa de apenas 38 seg), un pequeño interludio que nos trasladara a otro planeta gracias a su belleza. Los arreglos de teclado y las guitarras erigen una de las melodías mejor conseguidas de todo el trabajo. Continúa el viaje de la mano de “Starchildren”, muy en la línea del primer tema. Contiene guitarras muy duras y una voz del Sr. Dickinson muy metida en el papel, queriendo abarcar registros de todos los colores y formas. Una canción muy poderosa, cuyas baterías están tratadas con bastante originalidad porque se decanta  por un ritmo poco manido en los terrenos heavymetaleros. 

Mucho más relajada comienza la melodía de la siguiente canción, “Taking the Queen”, que nos hace introducirnos dentro de la tesitura de un magnífico medio tiempo. Hacia la mitad de la canción se dibujan unos trazos de guitarra que quitan el hipo al más pintado. Es increíble la capacidad de inventiva de sus autores para la creación de pasajes de una belleza inusitada. Este pedazo de tema da paso al que quizás sea el más representativo del trabajo, y que rebosa calidad por los cuatro costados. Hablo ni más ni menos que de la maravillosa “Darkside of Aquarius”, cuyas primeras tonadillas comienzan con unos aires muy medievales para pasar, sin que nos demos cuenta, y ejerciendo una sucesión de quitarse el sombrero, a unas guitarras con un “cabalgueo” incesante y ciertamente adictivo. Qué decir tiene que la voz de nuestro vocalista está muy cuidada y aporta su peculiar estilo a los demás instrumentos.

“Road to Hell” es otro de los temas que aparecen en este redondo y contiene aires de los Maiden por todos lados. La entonación aquí utilizada y los dibujos de guitarra aparecerían en trabajos como Brave New World en años venideros. Por lo tanto se puede observar el gran peso que ejerce este hombre dentro de la banda líder de heavy metal (aunque algunos no estén de acuerdo conmigo, lo sé y respeto las opiniones de cada uno). Buen tema pero quizás de lo más flojo de todo el plástico, pero sin distanciarse en extremo.

Sin hacernos esperar llega la balada del disco, y con ella nuestra total aprobación y nuestra gratitud por incluirla dentro de él. Me estoy refiriendo a “Man of Sorrows”, una canción que te cautivará desde el principio hasta el final, y que te hará apreciar el dinero gastado en la tienda de discos. Aquel que haya escuchado esta canción me dará la razón y comprenderá cuán grandiosa es su factura. Su ambientación no tiene desperdicio y las guitarras de Roy Z te harán volar, además de hacer que pongas una y otra vez este tema en tu reproductor. Ni que decir tiene que Bruce está portentoso, dejando su impronta, y de forma increíble, alargando su voz en algunos tramos hasta límites insospechados.


Ahora nos ocupamos del tema que da nombre a este trabajo: “Accident of Birth”. Con un comienzo de retazos industriales (muy acorde con estos tiempos) recorremos otro tema de gran pegada, con “ritmos infernales” y bien llevados a cabo. De un aura épica y con un estribillo que seguramente será coreado por muchos de sus seguidores en los conciertos de este trovador del futuro. Este tema llena de energía y ganas de menear las melenas al viento sin descanso. 

De corte más roquero se presenta “The Magician”, con estructuras clásicas y efectivas, además de tener otro estribillo también muy coreable como la anterior. Es hasta fácil descubrir en ella un halo de Black Sabbath en su riff continuo (en cierto modo recuerda a “Paranoid” de los de Birmigham). Es una de esas canciones que resultan un aporte extra para el disco, pero tampoco llega a ser la panacea.

El ritmo pesado y “sabbático” vuelve a imperar en “Welcome to the Pit”, cuya estructura de medio tiempo resulta atractiva y cumple las expectativas gracias a su cuidada melodía de efectos preciosistas. 

En la recta final nos vemos las caras con dos temas bastante tranquilos, con un marcado interés por la suave cadencia. El tema que nos ocupa ahora es otro medio tiempo “made in Bruce Dickinson” que te erizará el bello si te fijas en la calidez y tesitura de la guitarra solista. Como de costumbre Bruce campa a sus anchas y anda sobrado de voz en este “Omega”. Pasado el epicentro de la canción, esta se torna en un remolino de guitarras que embravecen todo de repente, creando un gran estrépito. Con ello se da lugar a un silencio que es después cortado por el bueno de Bruce, quién solicita nuestra atención. Otro corte con una onda muy épica y de pretensiones extraplanetarias (como indica el nombre de la galaxia a la que se refiere la canción).

El último corte es una balada muy al estilo Bruce Dickinson, con una gran melodía y un sentido de la belleza muy marcado. En este “Arc of Space” las guitarras son dignas de mención, haciéndose notar las notas clásicas que de ella se desgranan por doquier (se aprecia la maestría de los dos guitarristas que lo interpretan). Incluso se deja ver algún que otro requiebro de guitarra española que le otorga al tema una intensidad digna de mención. 

Posteriormente este hombre editaría otro disco de gran calibre, The Chemical Wedding, otra rotunda obra de arte. Pero Accident of Birth me atrapó en sus redes desde el primer momento que lo escuché. Es un disco con magia, los variados pasajes de su música te encandilan sin poder evitarlo. Es una obra que se aleja de los parámetros estrictos de la música heavy e intenta arriesgar, ganando la partida. Al mismo tiempo que los temas del trabajo poseen una cohesión y un lirismo sobrenatural, el toque de distinción y elegancia lo aportan sus ambiciosos músicos. Estamos ante uno de los compositores con más talento de los sonidos duros y yo, en tu lugar, no me perdería por nada del mundo la oportunidad de darle un gusto a tus oídos. Altamente recomendado.

Sebastián Tito Rodríguez

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