Estadio de la Comunidad de Madrid “La Peineta”
Domingo
22 de Junio de 2003
Concierto Plastic Circle-In Flames-Stone Sour-Metallica 22:30 h.
Metallica siempre ha sido un grupo que se ha caracterizado por
su capacidad para sorprender. Con esta banda, si uno es neófito
en sus conciertos, puede quedarse estupefacto ante su puesta en
escena. Incluso observando la trayectoria dejada a su
paso, nunca dejan de sorprender. Sus actuaciones son de todo menos
aburridas y predecibles (salvo excepciones).
Buenas son aquellas agrupaciones que, aun siendo experimentadas, poseen la cualidad de no quedarse
estancadas y transmitir las sensaciones necesarias para
reactivar a su público. Ese es el encanto especial de Metallica,
su poder de absorbencia y, por tanto, de inevitable encandilamiento
cada vez que sus miembros aparecen subidos en un escenario. Sus miles
de fans por todo el mundo pueden atestiguarlo; son testigos de su
capacidad de convocatoria; suyo es el universo del metal.
El evento que hoy nos ocupa es otro gran ejemplo del nivel de calidad
alcanzado por la banda que, en otros tiempos, abanderó el thrash
metal.
Para abrir boca en las horas anteriores a la descarga, se sucedieron
otras bandas no menos importantes en esta farándula de sonidos.
Entre ellos, y por orden de aparición, se encontraban grupos de la
talla de In Flames, con un setlist basado en sus grandes
éxitos. Entre las canciones que despacharon en este día se pueden
citar las deathmetalera “Behind Space” y la muy deseada “Only
for the Weak”. También los recién salidos de fábrica Stone
Sour amenizaron la tarde con una buena puesta en escena. Bandas
bastante correctas y con éxitos más que notables con sus
respectivos repertorios, capaces de hacer vibrar y conectar con un
público ávido de emociones fuertes. La banda de Corey
(exSlipknot) supo dar un tono rotundo y cautivador con sus
fuertes andanadas de furioso rock-metal, aun siendo un grupo que ha
surgido tras la ruptura de su líder con Slipknot y con un
solo trabajo a sus espaldas. Su repertorio estuvo plagado de buenos
compases y canciones que apuestan por sonidos creados para el
directo. La dureza de su estilo queda patente en canciones como “Get
Inside” o “Bother” (en esta última el vocalista cambió el
nombre de la canción en el estribillo, incluyendo la palabra
“huevos”).
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In Flames - La Peineta (2003) |
La hora deseada se aproximaba cada vez más y el público que se
encontraba a la espera por ver a sus héroes de la guitarra se
impacientaba por momentos. Metallica se estaban haciendo de
rogar, el ambiente estaba cada vez más caldeado y los ánimos de
algunos, ya un tanto pertrechos, se hacían notar por medio de
insultos y amonestaciones lanzadas al aire. El cansancio por la
espera y el incordio que había supuesto el sol de por la tarde había
mermado lo suficiente a los allí congregados. Unos minutos antes de
las 11 de la noche comenzó a sonar una música muy reconocible por
toda la horda de roqueros, eran los compases de “It´s a Long Way
to the Top (if you wanna rock&roll)” de los siempre laureados
AC/DC. Aun con este tipo de amenidades los presentes no éramos
capaces de reprimir los impulsos de impaciencia. Hasta que llegó un
momento que para muchos supone el éxtasis máximo, y es escuchar la
música de Enio Morricone, “The Ecstasy of Gold”,
anunciando que la descarga comenzaría en breves instantes. Mientras
esto ocurría es inevitable fijarse específicamente en el escenario.
Esta vez utilizaron un telón de fondo con el personajillo de cresta
que en su tiempo apareció en la portada de los directos de “Live
Shit: Binge & Purge”. La gran sobriedad de escenario que se
remataba con ambas torretas de sonido en los laterales resultaba un
tanto decepcionante dadas las grandes expectativas sobre el concierto
que se habían levantado (la entrada tenía un valor de cuarenta y
siete euros). Muy apropiado hubiera sido que todos los asistentes al
evento pudieran haber observado con todo lujo de detalles a sus
ídolos mediante pantallas gigantes.
Una vez acabada la presentación con la banda sonora de El
Bueno, el Feo y el Malo se apreció una ruptura total para dar
paso a las guitarras inconfundibles de “Fight Fire with Fire”, el
estruendo que allí se formó entre el jaleo del público y el
estallido que provocaron los trallazos de la banda era ensordecedor.
La gente no podía creerse lo que estaba escuchando, habían
comenzado con una de las canciones más poderosas de su repertorio,
dándonos la esperanza a todos de que sería una noche memorable.
Todo el mundo comenzaba totalmente entregado a la magnificencia de
los atronadores nuevos Metallica, y no era para menos, el
sabor de los 80 se daba cita para hacernos sudar con los himnos
inmortales que habían creado los reyes del thrash. Justo después
continuaban con una canción de culto entre los fans, “The Four
Horsemen”, que avivó aún más los ya encendidos ánimos de la
muchedumbre. Parecía que la noche se pintaba muy bien con toda esta
primera tanda de clásicos. Para James Hetfield debió ser un
gran alivio observar que el público no dudaba de su credibilidad
encima del escenario, dadas las últimas críticas que han surgido
tras su nuevo disco St. Anger. Todo el mundo coreando y
gritando, a la vez que la banda hacia desfilar su música y el nuevo
fichaje Robert Trujillo hacía de las suyas con su bajo a modo
del mejor acróbata. “The Four Horsemen” había sonado mejor que
nunca y con una técnica indescriptible. Un tema muy bien ejecutado
que sobrecogió para bien gracias al sonido de la Gibson del
frontman y la batería siempre perfecta del pequeño danés.
La velada continuaba sin parar y de nuevo las grandes vibraciones
llegaban al estadio de La Peineta que esa noche
estaba a rebosar. Lo hacían esta vez con otra de las grandes y “Ride
The Lightning” hacia su aparición estelar sin dar respiro alguno.
El Estadio de la Comunidad de Madrid se tambaleaba y por un
momento solo se observaban brazos y manos en forma de asta de toro.
El riff de guitarra que aparece en mitad de la canción sonaba a
gloria y, aún más, el punteo a cargo de Kirk cuya precisión
y limpieza fue más que evidente.
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Metallica - La Peineta (2003) |
El respiro a tanta descarga de adrenalina vino pronto a cargo de
“Fade To Black” que alivió, momentáneamente, a muchos del
repentino dolor de cuello y gemelos que les había sobrevenido en unos pocos minutos. La
estampa en esos momentos se convirtió en la típica que las baladas
y medios tiempos otorgan a los directos; mechero en mano muchos de
los asistentes balancearon sus brazos al compás de este tema (a más
de uno le recorrería una lagrimilla de satisfacción o de emoción
al escucharla). Este tema sigue siendo muy esperado, sus inicios calmados conjugados
con el ritmo atropellado de su mitad hacen de él una calara
referencia de lo que se llama medio tiempo. Los cuatro miembros sobre
las tablas y su público parecían estar comulgando sin tapujos.
Ambos eran uno solo y se entregaban sin concesiones. James se
acercaba invitando al respetable a saltar y divertirse y cómo no,
todos le seguíamos como corderitos que buscan el sustento. Y ya
dentro del redil por el que caminábamos de la mano en absoluta
comunión, nos encontramos con que el gran pastor Hetfield,
guitarra en ristre nos conmina a seguir sus pasos. Dirigiéndose a su
concurrencia grita desgañitándose que deletreemos con el unas
letras. Estas conforman una palabra que corta enseguida para comenzar
con “Fuel”. Dos llamaradas gigantes estallan ante nuestros ojos,
que esparcen casi los mismos destellos fulgurantes. Esta sería la
única referencia a la etapa Load y Reload de la noche
pero muy bien resuelta, ya que la gran masa de personas gritaba sin
cesar “¡Metallica, Metallica!. El estrépito de los fuegos
artificiales y llamaradas invitaba a disfrutar y levantar los brazos.
Parece que este es un tema con el que se suelta bastante el grupo, se
les nota a gusto. Normalmente no suele faltar en las descargas que se han ido sucediendo en
estos últimos años.
“Frantic” entra en escena y aquí se dirigen todas las miradas,
inevitablemente, hacia Trujillo, pues es una de las nuevas
canciones del repertorio. Suena realmente fuerte, casi mejor que en
el compacto; muy bien trabajadas las bases rítmicas de la batería y
de guitarras, pero el bajo no llegó a percibirse totalmente. Sin
embargo el sonido escupía rabia y fuerza; es la característica
innata de la última creación. Muchas personas han comentado en
foros y páginas especializadas que la batería en St. Anger
resulta penosa (que suena a lata). Siento comunicarles a todos ellos
que esa característica en los directos no se aprecia lo más mínimo.
Y por si alguno esperaba con avidez otro clásico, para muestra nos
regalan, porque sí y porque es un revienta oídos, “Creeping
Death”. La “marabunta” se deja la voz coreando con James
el ya clásico “die”. Aquello más que un concierto parecía una
congregación de fieles de alguna secta. Nadie escapaba al influjo de
la voz que les hacía vociferar pidiendo muerte. No puede faltar,
imprescindible si queremos ver en directo música heavy de verdad.
Tras unas palabras de agradecimiento de Hetfield, que siempre
son bienvenidas, le toca el turno a otra de las nuevas: “St.
Anger”. También con un magnífico sonido, nos deja a todos
boquiabiertos y sin aliento. Se convierte desde ahora en una de mis
favoritas. La parada en seco de las guitarras y bajo para después
dar paso a los golpes secos de batería son, de verdad, adictivos
como pocos. Además los movimientos de la banda se vuelven
histéricos, es un tema de nuevo cuño y se les ve agitados por su
estreno. Al acabar este pedazo de mastodonte sonoro, nuestro amigo
con pintas de leñador, James, nos presenta al nuevo bajista
en un castellano chapurreado y como mejor puede. La nueva familia de
Metallica se conforma otra vez, después de la marcha de Jason
Newsted (una sentida pérdida, no cabe duda) y se da paso a la
era Robert Trujillo. Este último también se auto presenta y
se dirige al público en español, distinguiéndose un “¡Viva
España!” bien alto. La gente, como no es para menos, le responde
con una gran ovación de agradecimiento.
Vuelve la caña, sin concesiones, batiendo su propio récord y
demarcándose de la relajación de los últimos instantes. La época
del Kill´em All está presente y se hace realidad con “Seek
and Destroy”; más algarabía se forma si cabe cuando se intuyen
los primeros acordes. La colección de éxitos es continua y muchos
estamos más que satisfechos con el regalo que están haciendo a
todos los fans. Otra muestra que no puede faltar y, de hecho, no hay
concierto de Metallica que se precie que no la lleve a
cuestas. Esta vez nuestro frontman
favorito no conjuga las letras de la canción con el nombre de la
ciudad, en este caso Madrid. Un detalle que a buen seguro no
fue intencionado, más bien sería fruto del olvido. Es una canción,
que si bien no es tocada en su integridad sí que despierta el
beneplácito de la gente. Y es que si se hubiesen extendido es un
tema que puede matar: ya sabéis…”She Can Destroy”.
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Metallica - La Peineta (2003) |
Ya no me quedaban fuerzas, con unas piernas y brazos exhaustos, que
casi no respondían, nos pegan otro latigazo mortal con el anuncio
por parte de Hetfield de la inminente “Master of Puppets”
(pedida por el público). Todavía les quedaban ganas para bromear y se sacaban de la manga la música
de los Maiden a modo de coqueteo y desternille. Cómo no, el
inicio de “Run to the Hills”, que tiempo atrás fue parte del
“Garage Days”. ¡Qué grandiosa, potente y cuidada esta canción!
Se la tachó en su día de ser demasiado extensa y repetitiva, en mi
opinión posee un tiempo ajustado y válido que no desmerece en el
resultado final. Además, estábamos de enhorabuena, la canción fue
tocada íntegramente, sin un solo corte, guardando así su estado
original. Los consabidos feroces gritos que acompañan al estribillo,
ese “master” tan característico, nos tuvo a bien de disfrutar
con su adictiva rotundidad. Algún que otro escarceo a modo de
pirotecnia pudo verse en la segunda batida tras el momento del punteo
relajado de mitad de la canción.
No dábamos crédito a nuestros ojos, allí seguían tan enteros
después de esa demostración de dureza y pasión con sus instrumentos. Pero no quedaría todo
ahí, nos aguardaba otra gran sorpresa: la inclusión en su set de
“Damage Inc.”. Desde la gira de “And Justice For All…” no
se escuchaba muy a menudo y nos devolvió, cual regresión, al pasado
de la banda. En mis carnes pude notar el arranque y la apisonadora
sónica que nos arrastraba sin piedad. No había clemencia, solo una
actitud destructiva y machacona en esos riffs de guitarra. La batería
de Ulrich parecía incendiarse al unísono de las tracas y
llamaradas celebrando el descenso a los infiernos. Thrash en estado
puro y sin permitir respiro alguno.
Llegados a este punto, Metallica se concede un descanso de
unos seis o siete minutos para retomar el espectáculo con renovadas
fuerzas. Otra del “justicia para todos”, un más que modélico
“Harvester of Sorrow” nos revive de esta parada que nos había
resultado a todos interminable. Ya no debe quedar ninguna duda a
estas alturas de concierto de quién sigue mandando en el mundo
roquero. “Harvester…” no da su brazo a torcer e intenta imponer
su ley a base de un ritmo frenético en el que no se observan
fisuras. Hetfield vuelve con sus paradas en medio del tema que
lo hace aún más interesante. Alrededor solo se adivinaba a escuchar
el estribillo que resuena en la cabeza hasta decir basta.
El segundo respiro en forma de balada era para “Nothing Else
Matters”, una de las mejores canciones del repertorio de Metallica.
Nos cogió a todos de improviso que el avispado Lars intentara
el comienzo del arpegio inicial de la canción, bajó de su kit de
batería para hacer sus pinitos, después dejó al maestro Kirk
proseguir con ello. Preciosa y tierna como siempre, hizo que más de
una pareja pudiese abrazarse y sentir el calor de unos cuerpos contra
otros (aún más del que aguantábamos). Fue cantada por
prácticamente la totalidad de los asistentes al evento, no en vano
es casi la más conocida del grupo. Y para no desfallecer y
encandilarnos demasiado vinieron a despertarnos con su “Blackened”
más poderoso. Este tema recoge sin lugar a dudas uno de sus momentos
más emblemáticos dentro de la actuación, un tema más que notable
para estallar definitivamente nuestros ya gastados tímpanos. Se
puede asegurar sin vacilación que los destellos de las llamaradas
durante este corte fueron más luminosos si cabe y más repetitivos.
Todo un lujo para el espectador que miraba atónito cuanto llovía en
su retina.
Justo después, el grupo realizaba de nuevo un inciso que anunciaba
casi el final de la descarga con los bises. Dos fueron las últimas
canciones después de la parada de unos minutos, canciones que
pertenecen a su obra cumbre, su álbum homónimo, Metallica. Se
trataba de “Sad But True” y “Enter Sandman”. La primera
desgranó todo su ímpetu y suntuosidad como solo los grandes
clásicos tienen en su haber, demostrando por enésima vez que la
sencillez siempre sale victoriosa. Buen sonido de bajo a cargo de la
“nueva máquina” de las cuerdas gruesas y sonido impecable para
un tema ejecutado a la perfección. La segunda y última canción de
este bis, y la que remataba un concierto memorable vino de la mano de
“Enter Sandman”, su tema que más éxitos les deparó tiempo
atrás. Con él llegaba la explosión de fuegos artificiales que
marcó a todos irremediablemente, la postrera y más perecedera.
Gracias a Metallica pudimos vivir una noche como solo ellos pueden
proporcionar. Como bien dijeron, nos veremos en Marzo de 2004.
Sebastián Tito Rodríguez
 |
De izquierda a derecha: James Hetfield, Kirk Hammett, Lars Ulrich y Robert Trujillo |
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