jueves, 8 de abril de 2021

Metallica - La Peineta (Madrid) / 22 de junio 2003

Estadio de la Comunidad de Madrid “La Peineta”

Domingo 22 de Junio de 2003

Concierto Plastic Circle-In Flames-Stone Sour-Metallica 22:30 h.


Metallica (2003)

Metallica siempre ha sido un grupo que se ha caracterizado por su capacidad para sorprender. Con esta banda, si uno es neófito en sus conciertos, puede quedarse estupefacto ante su puesta en escena. Incluso observando la trayectoria dejada a su paso, nunca dejan de sorprender. Sus actuaciones son de todo menos aburridas y predecibles (salvo excepciones).

Buenas son aquellas agrupaciones que, aun siendo experimentadas, poseen la cualidad de no quedarse estancadas y transmitir las sensaciones necesarias para reactivar a su público. Ese es el encanto especial de Metallica, su poder de absorbencia y, por tanto, de inevitable encandilamiento cada vez que sus miembros aparecen subidos en un escenario. Sus miles de fans por todo el mundo pueden atestiguarlo; son testigos de su capacidad de convocatoria; suyo es el universo del metal. El evento que hoy nos ocupa es otro gran ejemplo del nivel de calidad alcanzado por la banda que, en otros tiempos, abanderó el thrash metal.

Para abrir boca en las horas anteriores a la descarga, se sucedieron otras bandas no menos importantes en esta farándula de sonidos. Entre ellos, y por orden de aparición, se encontraban grupos de la talla de In Flames, con un setlist basado en sus grandes éxitos. Entre las canciones que despacharon en este día se pueden citar las deathmetalera “Behind Space” y la muy deseada “Only for the Weak”. También los recién salidos de fábrica Stone Sour amenizaron la tarde con una buena puesta en escena. Bandas bastante correctas y con éxitos más que notables con sus respectivos repertorios, capaces de hacer vibrar y conectar con un público ávido de emociones fuertes. La banda de Corey (exSlipknot) supo dar un tono rotundo y cautivador con sus fuertes andanadas de furioso rock-metal, aun siendo un grupo que ha surgido tras la ruptura de su líder con Slipknot y con un solo trabajo a sus espaldas. Su repertorio estuvo plagado de buenos compases y canciones que apuestan por sonidos creados para el directo. La dureza de su estilo queda patente en canciones como “Get Inside” o “Bother” (en esta última el vocalista cambió el nombre de la canción en el estribillo, incluyendo la palabra “huevos”).

In Flames - La Peineta (2003)
In Flames - La Peineta (2003)

La hora deseada se aproximaba cada vez más y el público que se encontraba a la espera por ver a sus héroes de la guitarra se impacientaba por momentos. Metallica se estaban haciendo de rogar, el ambiente estaba cada vez más caldeado y los ánimos de algunos, ya un tanto pertrechos, se hacían notar por medio de insultos y amonestaciones lanzadas al aire. El cansancio por la espera y el incordio que había supuesto el sol de por la tarde había mermado lo suficiente a los allí congregados. Unos minutos antes de las 11 de la noche comenzó a sonar una música muy reconocible por toda la horda de roqueros, eran los compases de “It´s a Long Way to the Top (if you wanna rock&roll)” de los siempre laureados AC/DC. Aun con este tipo de amenidades los presentes no éramos capaces de reprimir los impulsos de impaciencia. Hasta que llegó un momento que para muchos supone el éxtasis máximo, y es escuchar la música de Enio Morricone, “The Ecstasy of Gold”, anunciando que la descarga comenzaría en breves instantes. Mientras esto ocurría es inevitable fijarse específicamente en el escenario. Esta vez utilizaron un telón de fondo con el personajillo de cresta que en su tiempo apareció en la portada de los directos de “Live Shit: Binge & Purge”. La gran sobriedad de escenario que se remataba con ambas torretas de sonido en los laterales resultaba un tanto decepcionante dadas las grandes expectativas sobre el concierto que se habían levantado (la entrada tenía un valor de cuarenta y siete euros). Muy apropiado hubiera sido que todos los asistentes al evento pudieran haber observado con todo lujo de detalles a sus ídolos mediante pantallas gigantes.

Una vez acabada la presentación con la banda sonora de El Bueno, el Feo y el Malo se apreció una ruptura total para dar paso a las guitarras inconfundibles de “Fight Fire with Fire”, el estruendo que allí se formó entre el jaleo del público y el estallido que provocaron los trallazos de la banda era ensordecedor. La gente no podía creerse lo que estaba escuchando, habían comenzado con una de las canciones más poderosas de su repertorio, dándonos la esperanza a todos de que sería una noche memorable. Todo el mundo comenzaba totalmente entregado a la magnificencia de los atronadores nuevos Metallica, y no era para menos, el sabor de los 80 se daba cita para hacernos sudar con los himnos inmortales que habían creado los reyes del thrash. Justo después continuaban con una canción de culto entre los fans, “The Four Horsemen”, que avivó aún más los ya encendidos ánimos de la muchedumbre. Parecía que la noche se pintaba muy bien con toda esta primera tanda de clásicos. Para James Hetfield debió ser un gran alivio observar que el público no dudaba de su credibilidad encima del escenario, dadas las últimas críticas que han surgido tras su nuevo disco St. Anger. Todo el mundo coreando y gritando, a la vez que la banda hacia desfilar su música y el nuevo fichaje Robert Trujillo hacía de las suyas con su bajo a modo del mejor acróbata. “The Four Horsemen” había sonado mejor que nunca y con una técnica indescriptible. Un tema muy bien ejecutado que sobrecogió para bien gracias al sonido de la Gibson del frontman y la batería siempre perfecta del pequeño danés.

La velada continuaba sin parar y de nuevo las grandes vibraciones llegaban al estadio de La Peineta que esa noche estaba a rebosar. Lo hacían esta vez con otra de las grandes y “Ride The Lightning” hacia su aparición estelar sin dar respiro alguno. El Estadio de la Comunidad de Madrid se tambaleaba y por un momento solo se observaban brazos y manos en forma de asta de toro. El riff de guitarra que aparece en mitad de la canción sonaba a gloria y, aún más, el punteo a cargo de Kirk cuya precisión y limpieza fue más que evidente.

Metallica - La Peineta (2003)
Metallica - La Peineta (2003)

El respiro a tanta descarga de adrenalina vino pronto a cargo de “Fade To Black” que alivió, momentáneamente, a muchos del repentino dolor de cuello y gemelos que les había sobrevenido en unos pocos minutos. La estampa en esos momentos se convirtió en la típica que las baladas y medios tiempos otorgan a los directos; mechero en mano muchos de los asistentes balancearon sus brazos al compás de este tema (a más de uno le recorrería una lagrimilla de satisfacción o de emoción al escucharla). Este tema sigue siendo muy esperado, sus inicios calmados conjugados con el ritmo atropellado de su mitad hacen de él una calara referencia de lo que se llama medio tiempo. Los cuatro miembros sobre las tablas y su público parecían estar comulgando sin tapujos. Ambos eran uno solo y se entregaban sin concesiones. James se acercaba invitando al respetable a saltar y divertirse y cómo no, todos le seguíamos como corderitos que buscan el sustento. Y ya dentro del redil por el que caminábamos de la mano en absoluta comunión, nos encontramos con que el gran pastor Hetfield, guitarra en ristre nos conmina a seguir sus pasos. Dirigiéndose a su concurrencia grita desgañitándose que deletreemos con el unas letras. Estas conforman una palabra que corta enseguida para comenzar con “Fuel”. Dos llamaradas gigantes estallan ante nuestros ojos, que esparcen casi los mismos destellos fulgurantes. Esta sería la única referencia a la etapa Load y Reload de la noche pero muy bien resuelta, ya que la gran masa de personas gritaba sin cesar “¡Metallica, Metallica!. El estrépito de los fuegos artificiales y llamaradas invitaba a disfrutar y levantar los brazos. Parece que este es un tema con el que se suelta bastante el grupo, se les nota a gusto. Normalmente no suele faltar en las descargas que se han ido sucediendo en estos últimos años.

“Frantic” entra en escena y aquí se dirigen todas las miradas, inevitablemente, hacia Trujillo, pues es una de las nuevas canciones del repertorio. Suena realmente fuerte, casi mejor que en el compacto; muy bien trabajadas las bases rítmicas de la batería y de guitarras, pero el bajo no llegó a percibirse totalmente. Sin embargo el sonido escupía rabia y fuerza; es la característica innata de la última creación. Muchas personas han comentado en foros y páginas especializadas que la batería en St. Anger resulta penosa (que suena a lata). Siento comunicarles a todos ellos que esa característica en los directos no se aprecia lo más mínimo. Y por si alguno esperaba con avidez otro clásico, para muestra nos regalan, porque sí y porque es un revienta oídos, “Creeping Death”. La “marabunta” se deja la voz coreando con James el ya clásico “die”. Aquello más que un concierto parecía una congregación de fieles de alguna secta. Nadie escapaba al influjo de la voz que les hacía vociferar pidiendo muerte. No puede faltar, imprescindible si queremos ver en directo música heavy de verdad.

Tras unas palabras de agradecimiento de Hetfield, que siempre son bienvenidas, le toca el turno a otra de las nuevas: “St. Anger”. También con un magnífico sonido, nos deja a todos boquiabiertos y sin aliento. Se convierte desde ahora en una de mis favoritas. La parada en seco de las guitarras y bajo para después dar paso a los golpes secos de batería son, de verdad, adictivos como pocos. Además los movimientos de la banda se vuelven histéricos, es un tema de nuevo cuño y se les ve agitados por su estreno. Al acabar este pedazo de mastodonte sonoro, nuestro amigo con pintas de leñador, James, nos presenta al nuevo bajista en un castellano chapurreado y como mejor puede. La nueva familia de Metallica se conforma otra vez, después de la marcha de Jason Newsted (una sentida pérdida, no cabe duda) y se da paso a la era Robert Trujillo. Este último también se auto presenta y se dirige al público en español, distinguiéndose un “¡Viva España!” bien alto. La gente, como no es para menos, le responde con una gran ovación de agradecimiento.

Vuelve la caña, sin concesiones, batiendo su propio récord y demarcándose de la relajación de los últimos instantes. La época del Kill´em All está presente y se hace realidad con “Seek and Destroy”; más algarabía se forma si cabe cuando se intuyen los primeros acordes. La colección de éxitos es continua y muchos estamos más que satisfechos con el regalo que están haciendo a todos los fans. Otra muestra que no puede faltar y, de hecho, no hay concierto de Metallica que se precie que no la lleve a cuestas. Esta vez nuestro frontman favorito no conjuga las letras de la canción con el nombre de la ciudad, en este caso Madrid. Un detalle que a buen seguro no fue intencionado, más bien sería fruto del olvido. Es una canción, que si bien no es tocada en su integridad sí que despierta el beneplácito de la gente. Y es que si se hubiesen extendido es un tema que puede matar: ya sabéis…”She Can Destroy”.

Metallica - Madrid (2003)
Metallica - La Peineta (2003)

Ya no me quedaban fuerzas, con unas piernas y brazos exhaustos, que casi no respondían, nos pegan otro latigazo mortal con el anuncio por parte de Hetfield de la inminente “Master of Puppets” (pedida por el público). Todavía les quedaban ganas para bromear y se sacaban de la manga la música de los Maiden a modo de coqueteo y desternille. Cómo no, el inicio de “Run to the Hills”, que tiempo atrás fue parte del “Garage Days”. ¡Qué grandiosa, potente y cuidada esta canción! Se la tachó en su día de ser demasiado extensa y repetitiva, en mi opinión posee un tiempo ajustado y válido que no desmerece en el resultado final. Además, estábamos de enhorabuena, la canción fue tocada íntegramente, sin un solo corte, guardando así su estado original. Los consabidos feroces gritos que acompañan al estribillo, ese “master” tan característico, nos tuvo a bien de disfrutar con su adictiva rotundidad. Algún que otro escarceo a modo de pirotecnia pudo verse en la segunda batida tras el momento del punteo relajado de mitad de la canción.

No dábamos crédito a nuestros ojos, allí seguían tan enteros después de esa demostración de dureza y pasión con sus instrumentos. Pero no quedaría todo ahí, nos aguardaba otra gran sorpresa: la inclusión en su set de “Damage Inc.”. Desde la gira de “And Justice For All…” no se escuchaba muy a menudo y nos devolvió, cual regresión, al pasado de la banda. En mis carnes pude notar el arranque y la apisonadora sónica que nos arrastraba sin piedad. No había clemencia, solo una actitud destructiva y machacona en esos riffs de guitarra. La batería de Ulrich parecía incendiarse al unísono de las tracas y llamaradas celebrando el descenso a los infiernos. Thrash en estado puro y sin permitir respiro alguno.

Llegados a este punto, Metallica se concede un descanso de unos seis o siete minutos para retomar el espectáculo con renovadas fuerzas. Otra del “justicia para todos”, un más que modélico “Harvester of Sorrow” nos revive de esta parada que nos había resultado a todos interminable. Ya no debe quedar ninguna duda a estas alturas de concierto de quién sigue mandando en el mundo roquero. “Harvester…” no da su brazo a torcer e intenta imponer su ley a base de un ritmo frenético en el que no se observan fisuras. Hetfield vuelve con sus paradas en medio del tema que lo hace aún más interesante. Alrededor solo se adivinaba a escuchar el estribillo que resuena en la cabeza hasta decir basta.

El segundo respiro en forma de balada era para “Nothing Else Matters”, una de las mejores canciones del repertorio de Metallica. Nos cogió a todos de improviso que el avispado Lars intentara el comienzo del arpegio inicial de la canción, bajó de su kit de batería para hacer sus pinitos, después dejó al maestro Kirk proseguir con ello. Preciosa y tierna como siempre, hizo que más de una pareja pudiese abrazarse y sentir el calor de unos cuerpos contra otros (aún más del que aguantábamos). Fue cantada por prácticamente la totalidad de los asistentes al evento, no en vano es casi la más conocida del grupo. Y para no desfallecer y encandilarnos demasiado vinieron a despertarnos con su “Blackened” más poderoso. Este tema recoge sin lugar a dudas uno de sus momentos más emblemáticos dentro de la actuación, un tema más que notable para estallar definitivamente nuestros ya gastados tímpanos. Se puede asegurar sin vacilación que los destellos de las llamaradas durante este corte fueron más luminosos si cabe y más repetitivos. Todo un lujo para el espectador que miraba atónito cuanto llovía en su retina.

Justo después, el grupo realizaba de nuevo un inciso que anunciaba casi el final de la descarga con los bises. Dos fueron las últimas canciones después de la parada de unos minutos, canciones que pertenecen a su obra cumbre, su álbum homónimo, Metallica. Se trataba de “Sad But True” y “Enter Sandman”. La primera desgranó todo su ímpetu y suntuosidad como solo los grandes clásicos tienen en su haber, demostrando por enésima vez que la sencillez siempre sale victoriosa. Buen sonido de bajo a cargo de la “nueva máquina” de las cuerdas gruesas y sonido impecable para un tema ejecutado a la perfección. La segunda y última canción de este bis, y la que remataba un concierto memorable vino de la mano de “Enter Sandman”, su tema que más éxitos les deparó tiempo atrás. Con él llegaba la explosión de fuegos artificiales que marcó a todos irremediablemente, la postrera y más perecedera. Gracias a Metallica pudimos vivir una noche como solo ellos pueden proporcionar. Como bien dijeron, nos veremos en Marzo de 2004.

Sebastián Tito Rodríguez

Metallica (2003)
De izquierda a derecha: James Hetfield, Kirk Hammett, Lars Ulrich y Robert Trujillo


No hay comentarios:

Publicar un comentario

ENTRADAS POPULARES